lunes, 26 de abril de 2010

AUTOESTIMA Y DESARROLLO DE DESTREZAS SOCIALES

Para que un niño pueda vincularse apropiadamente con los otros debe tener conciencia de sí mismo, conocer cómo es, a qué pertenece. LA AUTOESTIMA constituye el aspecto valorativo de este conocimiento y supone un conjunto de sentimientos que comienzan al preguntarse: “¿en qué medida valoro mis características?” “¿Estoy satisfecho de mis capacidades y mis logros, o por el contrario me siento avergonzado de mis limitaciones y fracasos?” Muchas de las respuestas a estas preguntas tienen que ver con:
-El aspecto físico, destrezas y habilidades corporales.
-La valoración que los adultos y compañeros hagan de él: “eres gordo”, “eres pelirrojo”.
-La valoración de su capacidad: “eres listo, eres torpe”.
Revisemos los factores determinantes de la autoestima:
a) El estilo de educación familiar, que cronológicamente es el factor que interviene primero en la autoestima. Este factor nos va a demostrar cómo la familia va a ser responsable de la autoestima del niño según su estilo (democrático o no); el nivel de afecto y comunicación; las reglas, si son (permisivas, flexibles, autoritarias o indiferentes).
b) La relación con los iguales. A partir de los 8 años las relaciones de amistad tienen una gran influencia.
c) La relación con los profesores/as que son el principal punto de referencia durante mucho tiempo del día. El afecto que el profesor/a le muestra al niño, sus palabras, su confianza, son un hito importantísimo en el desarrollo de la autoestima.
d) las personas más significativas para él (una tía, cuidadora, abuela/o.) porque inciden en el afecto del niño, que necesita de los mayores y de su aprobación.

LA AUTOESTIMA Y desarrollo de destrezas sociales

Para alcanzar una socialización positiva es necesario brindar al niño actividades que favorezcan el desarrollo de las siguientes habilidades, tanto en el núcleo familiar como en la escuela:

1.-Habilidades básicas para relacionarse• Sonreír es una habilidad que se aprende por imitación, implica agrado, agradecimiento, aprobación. La persona que sonríe se hace agradable para los demás y esto ya implica una conexión.
• El saludo indica hacerse presente, tener en cuenta al otro, acercarse a él/ella, transmitir el sentimiento de aceptación de alegría por encontrarse. El niño necesita que el adulto le repita una y mil veces: “¡hola! ¿qué haces? ¿qué miras?, ¡qué guapo/a estás! etc. Con estas frases de saludo estamos reforzando la aceptación y la seguridad de la presencia del otro.
• Presentarse sirve para darse a conocer. Es frecuente enseñar al niño a decir su nombre para que cuando le pregunten sepa decir quien es. Cuando el niño responde a ¿cómo te llamas? Está indicando conocer su yo y está ocupando un lugar en la sociedad haciendo que se le distinga de otros.
• Pedir o hacer favores Indica medir nuestras posibilidades y descubrir cuales son las del otro. Se dice que un niño no reconoce al otro en su juego hasta que no necesita que le ayuden a cargar, a tirar de algo, a sujetar, etc. Esta situación natural dará pie a los educadores/as para enseñar las formas correctas de las peticiones, la gratitud y la cortesía propias del buen trato.

2.-Habilidades para hacer amigos
En esta área es importante favorecer estos aprendizajes:
-Saber hacer cumplidos, alabanzas de otros, etc.
-Conversar con otros.
-Jugar con otros respetando las reglas del juego,
-Ayudar en el juego o el trabajo, cooperar, compartir...
El educador/a y los padres deben ayudar en la búsqueda de cualidades positivas de los hermanos y compañeros. Esto hará que el niño se sienta seguro entre sus iguales. Por ejemplo en una pelea, no se debe manifestar por parte del adulto expresiones como: “Pepito es el malo”, sino “Pepito sabrá ser educado, no pegará más.” Esto evitará sentimientos de revancha propios del niño no socializado y reforzará la imagen del otro.
Otro ejemplo que ilumina el desarrollo de esta habilidad es cuando debe aceptar y convivir con niños que tienen limitaciones o deficiencias..La integración de estos niños sólo puede hacerse si el educador sabe reforzar bien una imagen positiva de ellos.

3.-Habilidades para conversar y jugar
Es algo que impregna la vida cotidiana del niño. Estas habilidades son imprescindibles para establecer contactos con los demás pero también tienen su lado negativo: el insulto la agresión y la no aceptación. La agresión verbal o física es un problema acuciante en nuestros días que a nadie se le oculta. Se dice que la culpa la tiene la TV, que hay muchas imágenes de violencia, que se habla mal en los medios, se insulta. Todo esto es verdad, pero en la conversación diaria de la casa y la escuela, donde el niño tiene la primera imagen a imitar se deben revisar actitudes. ¿Los mayores se insultan o no guardan las formas? ¿Hay agresiones? La agresividad, la falta de diálogo y de solidaridad son retos sociales que el niño aprende desde que es bebé. Sus primeros referentes son la familia y la escuela. Después de revisar las actitudes de ambos, podemos pedir responsabilidades a los medios de información.

4.- Habilidades relacionadas con sentimientos emociones y opiniones
Aquí se señalan habilidades tales como: la autoafirmación positiva, la expresión de emociones y sentimientos y afectos, la defensa y respeto de sus derechos. De todos ellos para la Etapa infantil señalamos: La autoafirmación y la autoexpresión. Una autoafirmación asertiva es una conducta que implica la expresión de sus sentimientos y la defensa de sus propios derechos, pero teniendo en cuenta el respeto a los derechos del otro. Sabemos si un niño tiene una buena conducta social si se observa que tiene un buen autoconcepto, una alta autoestima, se hace a sí mismo autoverbalizaciones positivas: “Soy guapo”, “estoy bonita con este vestido”,y por otra parte, si quiere a los suyos y tiene una buena opinión de ellos: “mi primo es el mas fuerte”.


5.-Habilidades para solucionar problemas:
El niño desde los primeros años de vida va a tener que reconocer que existen situaciones conflictivas con los otros:
-Querer el mismo juguete.
-Querer ser el primero.
Esas situaciones conflictivas las debe solucionar buscando una actividad alternativa, de otro modo se volverá agresivo o pasivo. Elegir una solución, buscar una alternativa va a ser una labor de integración social que ponga en juego para integrar sus celos y envidias. El educador/a y los padres serán los mejores mediadores para aplicar estrategias que por una parte le hagan sentirse querido al igual que el otro, y por otra, sienta la autoestima necesaria como para no sentirse menos que el otro. En este aprendizaje la función de la autoestima le servirá de poderoso resorte para ir delimitando su propio lugar en la sociedad respetando el lugar del otro.

Doctora Rosalía Aranda Redruello
Profesora Titular de Didáctica y Orientación Escolar
Universidad Autónoma de Madrid.

AUTOESTIMA Y EL APRENDIZAJE

La autoestima es una herramienta que juega un papel primordial en el proceso de desarrollo personal de cualquier individuo. Como la palabra lo indica, la autoestima “es cuánto me estimo a mí mismo, es el concepto y la evaluación que tengo sobre mí”. En el caso del área académica implica la evaluación que el niño se hace como estudiante, el grado de satisfacción con su rendimiento académico ante sí mismo y ante el grupo.
En el proceso de adquisición de conocimientos académicos se requiere de autoestima para aprender. Se ha comprobado que cuando un niño se siente bien consigo mismo, estará más motivado para trabajar en su propio beneficio escolar.
Los padres están en la labor de ayudar a sus hijos a fortalecer su autoestima y brindarles un ambiente optimista, acogedor, lleno de sueños, cuya filosofía de vida sea constructiva y de motivación al logro ante la vida en general. Los niños construyen gran parte de su autodefinición a partir de la cultura familiar. ¡Recuerde que estamos educando en positivo!
El psicólogo norteamericano Williams James expresó muy sabiamente una especie de formula matemática en donde decía que “la autoestima es igual a la relación entre el logro y la aspiración”.
Cuando un niño se estima poco a sí mismo y enfrenta un bajo desempeño escolar, tiende a “autocastigarse” con ideas de pobre valor hacia su persona: “yo no sirvo... todos mis compañeros pueden más... no soy tan bueno como.... no vale la pena estudiar....”.
Ante esta percepción distorsionada que se elabora de sí mismo, se hace necesario que los padres lo apoyen en su proceso de desmitificación de ideas desvalorativas, acompañarlo en el proceso de búsqueda de los recursos personales, para que cuando esté en la escuela sea capaz de expresarse, de explicarse, de preguntar y de enfrentar de la mejor manera al maestro. Esto le facilitará el proceso de aprendizaje ya que en el caso de un niño que simplemente conserva su silencio por no sentirse seguro, puede sacrificar estas oportunidades y llegar a casa con muchas dudas sobre los temas impartidos.
También es importante la autoestima de cada uno de los integrantes del hogar, para obtener una familia que logre manejar con éxito la aceptación, las emociones, el pensamiento, las expectativas y el estrés. Esta referencia externa le permitirá al niño trabajar en la búsqueda de sus metas y construir una imagen positiva como persona y como estudiante.
Hágale ser responsable de sus errores sin emitir juicios de valor; sepa que su hijo tendrá derecho a etapas de ensayo y error en el proceso de aprendizaje. La aprobación o desaprobación que los padres generan es de gran importancia para él. ¡Fomente el uso de las críticas constructivas en cuanto al proceso escolar de su hijo!
Enseñe a su hijo a manejar su propia autoestima, a no aceptar que los juicios de otros ni las calificaciones escolares, definan la apreciación que él tiene de sí mismo.
Recuerde que una familia que cuenta con una cultura de bienestar familiar está formando un hijo con una autoestima positiva, mantendrá la actitud de “yo puedo hacerlo”; asumirá la responsabilidad de elegir y aprender (yo quiero hacerlo); le dará un gran valor a la perseverancia (yo pude hacerlo).
Los niños nos dan una oportunidad única para revisarnos y mejorar. Quizá la invitación inicial podría empezar por valorar la propia estima como padres para así aprender a cuidarla, y luego enseñar a sus hijos el autocuidado como persona y estudiante y permitir que vivencie el proceso de aprendizaje escolar con alegría y entusiasmo siempre con un sentido de seguridad, de identidad, de pertenencia, de propósito y de competencia personal.
Tomado de:
Giugni Verónica. “La autoestima y el aprendizaje”.
Zaldívar Agustina María y Zorraquín Victoria “Educando niños para la vida: la autoestima en el aula y en la escuela”

jueves, 8 de abril de 2010

LO MÍSTICO DE LA AUTOESTIMA

Un cofre de joyas...

La palabra autoestima como tal no existe en el diccionario Teresiano. Pero la experiencia de Teresa tiene todos los elementos que la forman. Sin saberlo, es una precursora de la dignidad y valoración de la persona. Para ella, tus joyas interiores son tus valores... Santa Teresa nos dice “quererse a sí mismo es saberse dueño de un cofre con tesoros dentro, lleno de joyas auténticas, que nos dan valor personal...¡ vale la pena invertir en lo que dura para siempre!”
...Reconocer nuestra riqueza, sentirnos amables... y sabernos valiosos es tarea diaria...y propio de ser Teresiano.

Insistía Teresa en la importancia de conocer y reconocer quienes somos, como nuestra alma esta llena de valores y habitada en el centro por nuestro Dios, restándole importancia a nuestros cuerpos, a las apariencias, o a lo superficial de nuestras vidas.

“No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos. ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del desgaste, que son estos cuerpos…” Santa Teresa de Jesús, M 1,2

Definitivamente se resalta la importancia de la valoración de nuestra alma, de lo que somos como personas en vez de los aspectos superficiales…
La psicología moderna y la pedagogía insisten en la importancia de la acepción de uno mismo. Sin este presupuesto las relaciones “ad extra”, es decir, con el mundo y con los otros, toman fácilmente matices enfermizos. La persona humana actúa desde la visión y la compresión que tiene de sí. Hace más de cuatro siglos que Teresa descubrió esta realidad a la luz de su experiencia mística. Si el fin de esta experiencia es el amor con Dios, el amor a sí mismo es de obligada existencia, siendo por tanto necesaria la autoaceptación. Para los cristianos, su maestro manda “amar al prójimo como a uno mismo”, de manera que de qué forma se amará a los demás sino existe un amor a uno mismo.

Lo relacional del hombre sale de dentro y nunca de fuera. Es la interioridad, o mejor el posicionamiento de la persona en su interior, lo que da el verdadero sentido de las actitudes y cosas en la vida humana. Es decir, sólo desde el conocimiento del sí, se es capaz de enfrentarse de un modo humano con la realidad. De otra manera, la vida corre el riesgo de convertirse en un activismo, una lucha por la supervivencia o una huida continua de sí.

Sin palabras... http://www.youtube.com/watch?v=hLEtVJrtlz8

miércoles, 3 de febrero de 2010

miércoles, 4 de noviembre de 2009

LIMITES Y FRONTERAS


Siguiendo el sendero del respeto


Existe una línea invisible que separa la armonía, la paz y la cordialidad del conflicto y la disputa. Es una leve frontera que confronta nuestros deseos con los de los otros. Es ahí cuando dejamos de ser “YO” para ser “NOSOTROS”. Es ahí cuando debemos controlar impulsos para mantener la grata convivencia y la adecuada relación.


Si cruzamos esa línea, transgredimos la integridad de los otros, oprimimos sus derechos. Pero ¿Cómo reconocerla? ¿Cómo enseñar a los más pequeños a mantenerse del lado correcto?Las normas sociales, la cortesía y el ponernos en el lugar del otro son la base para sensibilizar a nuestros hijos hacia una sana convivencia.


La herramienta más poderosa para inculcarles todo esto es a través del ejemplo. Siendo adultos educados y corteses, siendo empáticos con los otros, valorando las normas sociales y haciendo un esfuerzo por cumplirlas en los diferentes ámbitos de nuestra vida.


Otra manera, es nunca justificar o excusar un comportamiento inadecuado, aunque en el fondo entendamos que el niño tiene derecho a equivocarse o dejarse llevar por sus sentimientos, como parte natural de su crecimiento.


En el contexto escolar, es necesario ajustarnos a los horarios, al uniforme y a otras pequeñas exigencias, aunque a veces las percibamos sin sentido, ya que más allá de que estemos de acuerdo o no, forman parte de las reglas convenidas por el colegio que escogimos para nuestros hijos.


Su respeto y valoración nos da sentido de pertenencia y nos enseña a integrarnos y reconocernos como grupo, a saber que tenemos una identidad en asociación a otros y no solo como individuos.


El niño que se levanta muchas veces de su asiento, que conversa en las horas de trabajo, que no escucha a los otros, que pone sus necesidades individuales por encima de las colectivas, probablemente aún no se reconoce como parte del grupo y no se da cuenta de que su conducta influye en el bienestar de los otros.


Éste es un aprendizaje evolutivo que aumenta con la madurez.Nuestra función como adultos, padres y formadores es hacerles comprender y respetar esa sutil frontera que nos mantiene en la armonía. Esto no significa renunciar a las necesidades como personas, sino canalizarlas o postergarlas en pro de un bien común.


Cuando somos capaces de posponer necesidades particulares por alcanzar un bien común, nos elevamos un peldaño más en el desarrollo de nuestra ética y estamos preparados para construir un mejor futuro en beneficio de todos.

¿ APUESTAS POR LA PAZ ESPIRITUAL? ¿ BUSCAS RELACIONES EN ARMONÍA?



Pregúntate antes…

¿ Cuánto te respetas a ti mismo? y ¿ cuánto respeta a los demás?

Cultivar y valorar el respeto por mi persona y el respeto por los demás nos garantiza una vida con mayor paz y armonía.

· Valorando y respetando LA VIDA que es un derecho fundamental del que dependen el resto de los derechos reconocidos. Esto comprende no sólo la existencia propiamente dicha, sino también la integridad física, psíquica y moral de la persona. No hay categorías de personas por riqueza, por religión, o mucho menos por las condiciones personales de cada individuo.

En un sentido mas profundo y autentico la dignidad se nos confiere por el hecho de ser personas, de ser ciudadano del mundo, de ser hijos de Dios.

· El respeto por la dignidad del otro. El respeto a los demás es la primera condición para saber vivir y poner las bases de la felicidad, del amor y del reconocimiento de la dignidad humana. El respeto al otro hace al hombre ser respetuoso consigo mismo. Algunas conductas o actitudes de irrespeto del otro son: el escándalo, el chisme y los rumores, la violación de la propiedad privada y la discriminación.

Santa Teresa de Jesús, maestra de Oración, nos habla de la dignidad de nuestra alma, de las riquezas que están en nuestro interior, de cómo reconocerla y nutrirla. Considera a nuestra alma como un castillo de diamante o fino cristal con muchas habitaciones y que en la habitación principal esta nuestro Señor. Nos invita Teresa, pues, a valorarnos y valorar a los demás, más allá de los cuerpos, creencias, o diferencias.

…Mas, qué bienes puede haber en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella,
pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos. STJ,M I,2